Habíamos hablado varias veces por Internet, o en el MSN. Él me había pedido un encuentro frente a frente para conocernos. Finalmente accedí y nos pusimos de acuerdo en reunirnos para “ver que pasa”. Me costó mucho tomar esta decisión ya que nunca había tenido relaciones sexuales con nadie fuera de la Internet y nunca le había sido infiel a mi pareja; pero yo quería un poco de aventura en mi vida y en ese momento yo estaba un cansada de la rutina. No puedo dejar de decir que tenía miedo de lo que pudiera pasar, es más, estaba aterrada. De todos modos, me encontré con él en un centro comercial que resultó estaba muy cerca de su casa. Estacioné mi auto en la esquina, escondido, algo lejos y escondido, para que no se levantara ninguna suspicacia si alguno de mis amigos o familiares pasaba por allí. Él me recibió en una cafetería del lugar, se levantó cuando me vio acercarme y me dio un beso en la mejilla, nos sentamos a la mesa y pedimos un café, charlamos de tonterías, Todavía me río cuando pienso en lo primero que me dijo: comentó sobre el tamaño de mi cartera diciendo que podría ser utilizado como una maleta o algo por el estilo. En un momento me susurró: “Mi departamento está cerca, vamos para poder charlar más cómodamente?”. Acepté porque estaba nerviosa de que alguien pudiera vernos. Subimos. Abrió la puerta y me invitó a pasar. Me ofreció una bebida y me dijo que me pusiera cómoda. El apartamento es del tipo estudio, un solo ambiente, por lo que la cama era el único sitio donde podía sentarme. Regresó en un instante con un par de cervezas heladas y me preguntó que sí podía sentarse a mi lado. Con una sonrisa pícara le dije que si. Después de hablar un poco se inclinó y me besó. Yo en verdad esperaba que se devorara mi boca, pero no fue así en absoluto ¡Él era tan dulce! Con sus manos tomó mi cabeza y recorrió de arriba a abajo mi espalda. Era tan suave que me hizo temblar y me acerqué hacia él, porque yo quería más. Movió las manos hacia el frente de la camisa y se atrevió lo suficiente como para meter su mano debajo hasta encontrar el sujetador de encaje rojo que decidí llevar. Me mantuve apretada hacia él para mantener el beso. Me recosté en la cama. Se acostó entre mis piernas, deslizando su mano dentro de mi pantalón mientras con la otra me tomaba del pelo, luego me los desabrochó y me los sacó con facilidad hasta las rodillas. Dejó de besarme y se concentró en acariciar mi gruta con los dedos. Traté de contenerme, pero yo estaba tan mojada que me empecé a retorcerme, girando mi cuerpo, tratando de que sus dedos entraran más profundo en mí. Yo arqueaba la espalda y gemía cuando de repente se detuvo. Yo estaba pensando que había hecho algo malo, cuando se levantó de la cama. Se acercó a la pequeña cómoda, abrió el cajón de arriba a la izquierda y sacó un preservativo. Yo estaba al borde de emoción cuando lo vi empezar a desabrocharse la ropa propia y dejarlos caer al suelo mientras envolvía su enorme polla en el látex. De regreso a la cama terminó de sacar mis pantalones y los tiró al suelo. Al instante me agarró la cara para acercarme hacia él para besarme otra vez. Había pasado tanto tiempo desde que me había sentido plena teniendo relaciones sexuales que yo sabía que acabaría apenas su pene tocara la entrada de mi vagina, pero no podía acabar aún. Yo estaba tan mojada como no lo había estado nunca. Abrí mis piernas un poco más separadas y sentí su pene por primera vez, apenas tocando mi coño. Poco a poco, entrando la cabeza palpitante, me quedé sin aliento, se detuvo, pero no salió y empezó a besarme de nuevo. Fue entonces cuando se deslizó con gran facilidad, dejando escapar un gemido. Me besó el cuello mientras nuestros cuerpos se empezaban a amoldar y a girar al mismo ritmo. Se movía muy lento y se aseguraba de que cada golpe fuera profundo y penetrante. Fue entonces cuando no pude soportar el resto de mi ropa por más tiempo. Me senté y el me arrancó la camisa tan rápido como pudo y ya sacaba mi sujetador fuera del camino. Mis pezones se sentían como si estuvieran a punto de explotar, Agarró, pellizcó y acarició cada seno, chupando y lamiendo, dedicándose al izquierdo, él sabía que era el botón para enardecer mi cuerpo. Comenzó a mover su polla en mí un poco más rápido embistiendo muy duro y penetró muy profundo en mi vagina. Yo estaba gritando su nombre y pidiendo más fuerte, más aprisa cuando me dobló las piernas contra el pecho y la penetración se hizo aún más profunda de lo que pensé era posible. Podía sentir su polla palpitante dentro de las paredes de mi coño y me sentí más húmeda con cada golpe. Mi cabeza daba vueltas mientras que él me poseía, y es ahí cuando acabé. Yo nunca había tenido un orgasmo así antes y me encantó la sensación de las contracciones que mi vagina hacía con su miembro en el interior. Me embistió un poco más rápido y duro, su cuerpo hacía ruidos golpeando contra mi cuerpo y su semen comenzó rezumar a borbotones dentro de mi cuerpo. Él se retiró, y mi coño hizo un ruido cuando la cabeza salió fuera de mí y se puso a mi lado, mimándome, abrazándome, besándome y diciéndome estas palabras: “Eres divina, Ros. Siento que ya hay una conexión entre nosotros que va más allá del sexo, me siento unido a ti de muchas maneras… Podrías hacer que me enamore…” Yo le respondí: “Esas son cosas del destino…”. Y me dijo: “Para nuestro próximo encuentro te voy a tener preparada una sorpresa que se que te va a gustar…” Y así fue…. Pero esa es otra historia…..