Hoy es un día normal, un día de trabajo más. Lunes 29 de julio, después del fin de semana toca reincorporarse al quehacer cotidiano; las obligaciones diarias, prepararlo todo en la casa, después ir a dar clase. Un día más en una semana más, completamente anodina, esperando que lleguen las vacaciones de agosto.
Nada hacía prever que la mañana tomaría unos derroteros inesperados. Las dos primeras horas de clase habían transcurrido con absoluta normalidad. Había llegado el momento del descanso, y como de costumbre, he ido al despacho de la coordinadora, a tomar café y relajarme un rato comentando las incidencias con las compañeras. Hasta aquí todo normal. Faltaban 15 minutos para reanudar las clases y, he acudido al excusado para hacer mis necesidades; en el momento de cerrar la puerta una sombra, una presencia etérea, ha entrado detrás de mi haciendo que perdiera el control de los acontecimientos.
El aseo es pequeño, chapado desde el suelo hasta el techo, poco íntimo y poco propicio para las fantasías. Ha sido en el momento justo de cerrar la puerta. Esa presencia se ha acoplado en mi espalda empujándome contra la pared, aprisionándome contra la pared. Era una fuerza sobrenatural que disponía de mi voluntad y me obligaba a hacer lo que ella quería. Aprisionada contra la pared, mi mano ha desabrochado el botón de los jeans y ha bajado la cremallera. La otra ha subido la camiseta y el sujetador, dejando los pechos contra los fríos baldosines del chapado. Mis pezones han reaccionado erizándose completamente y endureciéndose. Los tejanos han ido descendiendo de las caderas a los muslos, y de estos al suelo.
Sentía la presencia pegada a mi espalda. Sentía su respiración en el cuello, los besos en la nuca y mi nombre susurrado al oído. Mi mano se ha introducido bajo los panties y ha empezado a acariciarme. Los dedos han adquirido vida propia, las caricias parecen nuevas, no tienen la intensidad conocida, realizan movimientos nuevos, cadencias nuevas.... nuevas presiones, nuevos impulsos. La vagina está completamente empapada, siento como el jugo lo moja todo. Los dedos corren vertiginosos por todo el sexo mojado y abierto como una fruta madura.
La excitación es tremendamente intensa. La fuerza extraña tira de mis caderas separándome un poco de la pared. Mi culo queda hacia fuera. En ese momento mis dedos se introducen en lo mas hondo de la vagina y empiezan a moverse rítmicamente, como si estuviese haciendo el amor. Realmente estoy haciendo el amor contigo, aunque es mi cuerpo el que nos sirve de ayuda. Y así con la cara apoyada en la fría pared, las caderas separadas, el culo en pompa receptivo, las piernas abiertas y los dedos en la vagina... sobreviene el orgasmo, intenso, fuerte, tremendo como una descarga. Mis piernas tiemblan de placer obligándome a sentarme en el excusado. La cara dibuja una sonrisa de felicidad, todo ha acabado... todo comienza de nuevo. Antes de partir, escucho un: "Te amo"