Había pasado prácticamente un año desde que intercambiaron sus primeros correos, sus primeras palabras, sus primeros versos. El amor y la complicidad fue creciendo entre ellos con el paso de los días; cada vez las palabras que se regalaban dibujaban mejor sus sentimientos, sus necesidades, sus anhelos, sus fetiches; sus deseos más íntimos e inconfesables vieron la luz, fueron verbalizados, compartidos, disfrutados y manoseados sin pudor ni recato por ambos...
Todo era cuestión de tiempo.
Todo era cuestión de suerte; esperar que la vida les regalara un poco de tiempo, un espacio, un lugar en el que coincidir. Buscarse y encontrarse en cualquier circunstancia o lugar era su sueño cotidiano, su necesidad compartida, su fantasía recurrente. El anhelo de los dos pasaba por hacerse materia física, cuerpos de carne y hueso, y vísceras, y emociones, y sensaciones... había tanto que compartir!!, tantos sueños esperando hacerse realidad!!. Pero hay veces en esta vida que los sueños se cumplen, y ese día un poco por azar, un poco por tesón, llegó.
El estaba tumbado en la cama esperándola, comiéndose los nervios a través de sus uñas. Oyó un taconeo lejano por el pasillo, un taconeo que se acercaba paso a paso hacia su habitación, un taconeo que se detuvo frente a su puerta. Sonaron unos golpes tímidos (toc, toc, toc...). Era ella.
El se apresuró a abrir la puerta. Se miraron a los ojos en el umbral, y él, con un gesto le indicó que entrara en el cuarto. Cerro la puerta tras de si, y se acercó a ella, despacio. No hablaban, no hacía falta, los dos sabían lo que sentían... su relación se había construido a través de las palabras, y en esos momentos, entre los dos eran justamente las palabras lo que sobraba, eran innecesarias, estaban de más...
Sus cuerpos se aproximaron con timidez, hasta que se tocaron, después sus brazos se fueron rodeando poco a poco, hasta que se entrelazaron completamente en su abrazo, y fueron conscientes de la presencia física del otro; el abrazo fue ganando en fuerza e intensidad, en contundencia, certificando la existencia física tantas veces deseada. Sus bocas se buscaron y se fundieron en un apasionado beso, sus lenguas entraban y salían en la boca del otro, se frotaba y lamían, se acariciaban húmedas y lascivas, descubriendo, por primera, vez el sabor del otro.
El sabor de la saliva embriagaba sus sentidos. Sus manos buscaban entre la ropa el cuerpo deseado, y las prendas una a una fueron cayendo, dejando al descubierto la desnudez de sus cuerpos. Primero la blusa blanca, y la falda de tubo ajustada a las caderas y a la cintura; después el sujetador y los panties. El dejo que le desprendieran de la camisa y de los pantalones, también sus boxer cayeron al suelo. Las manos eran insuficientes para cubrir toda la piel y dar todas las caricias que llevaban retenidas; fueron los brazos y las piernas, los pechos, el vientre, el cuello y las mejillas... las que se frotaban y acariciaban unas contra otras.
Se deslizaron en la cama, ella de espaldas, él sobre ella, Ella abrió las piernas y el se deslizó dentro de su cuerpo. El calor mojado de su gruta le acogió tiernamente, su cavidad vaginal le envolvía completamente, estaban hechos el uno para el otro. Ya no había deseo, solo amor y pasión que les desbordaba por cada poro de la piel. Sus ojos de encontraban y se sonreían, sus bocas mordían y lamían con frenesí... y no podían retener el movimiento que les impelía a moverse, uno dentro de la otra, la otra acogiendo al uno. Y danzaron, cada vez con mayor frenesí; hasta que el éxtasis se desbordó en cada una de sus células, y un largo escalofrío recorrió sus columnas, y los estertores del placer les propiciaron el orgasmo más largo, intenso y delicioso que jamás habían sentido.
Todo era cuestión de tiempo.
Todo sucedió como estaba previsto.
Letras de Manuel para Rosario
1 comentario:
huy que palabras que relato que viaje...que sueño o fantasia?
hay que hacerlo realidad si s que aún no ha sido
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