- Siéntate aquí, frente a mi.
- Quiero complacerte,
ofrecerte mi cuerpo...,
hazme sentir que soy solo tuya,
para que dispongas de él y de su piel
sin límites, ni tapujos.
- Me desabotonas la blusa,
dejando ver el sostén
la lencería con delicada puntilla
que enmarca y altiva mis senos,
como lunas blancas de otoño
o de frío invierno.
Humedécete los dedos y
pellízca mis pezones,
que en la areola de mi pecho
resalten inquietos, dentro de su corona
con su halo de color bermejo.
- Me levanto, giro
dándote la espalda
- Baja la cremallera de mi pollera,
y deja caer, inerte
la tela dela falda
para mostrarte las piernas...;
mostrando también las ligas y el liguero,
las medias de seda negra,
el tanga, tenue y etéreo,
que recorta en negro mis nalgas
dibujando su esbelta redondez.
- Ponme a cuatro patas,
quiero ser,
para ti, una gatita en celo.
acaríciame con la mirada
hasta sentir como se funde en nosotros
el cielo y el infierno....
- Te muestro mi culo blanco,
me acaricio suavemente,
el clítoris, la vulva, los labios del ano;
mojo con la gruta los dedos,
recorro mi sensualidad con rítmicos movimientos,
delicadamente y con fuerza
presionando hacia arriba y hacia abajo,
deprisa y despacio, en círculos
alargados, redondos, oblicuos.
Introduzco mis dedos en cada resquicio humedecido,
agitándolos con ritmo frenético.
- Muevo mis caderas,
al compás arcaico y eterno
que instintivamente bailan los cuerpos;
siento la sangre en el plexo nervioso perineal
siento los espasmos en mi conducto vaginal
siento como suben las oleadas de placer por la médula espinal
siente el temblor en el clítoris
siente como estallan de placer las espinotalámicas neuronas...
y te corres, te mueres de gusto y te corres...
y te dejas ir...
entre gemidos de placer;
sintiendo mi excitación sobre tu piel,
en la caricia de mi mirada.
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