Viernes en la noche, tiempo de carnaval, las máscaras ocultan nuestra verdadera identidad. En medio de la noche dos cuerpos calientes se encuentran, se descubren a pesar de la intimidad. Saben sus nombres pero prefieren jugar al anonimato para que nada rompa la magia del encuentro. Se miran a través del antifaz, una chispa de deseo se deja ver en los ojos de ella, quiere salir de su rutina, experimentar nuevas sensaciones. Se ocultan en un callejón oscuro; a lo lejos, las notas de la fiesta aún de pueden escuchar. Ella lleva puesta una falda un poco por encima de las rodillas, (contrario a lo que casi siempre usa) y una camisa de botones que deja entrever la unión de sus generosos pechos. El viste jeans apretados que permiten vislumbrar su ardiente intimidad. Se miran, descubriéndose por primera vez, a pesar que ya llevan tiempo plasmando sus fantasías en las teclas de la compu. Se besan, tímidamente primero, bien profundo después. Sus manos recorriéndose, él acaircia su generoso muslo, va subiendo poco a poco hasta llegar al centro de su deseo, ella recorre su bulto por encima del pantalón. Su conchita está mojada, muy excitada, lista, preparada. Hace un lado el pequeño triángulo de su hilo e introduce poco a poco el dedo medio en su ardiente humedad. Ella lanza un gemido de placer, mete la mano por el cierre del pantalón y aprieta su dureza, eso hace que se excite aún más. Cuando ya no queda tela entre los dos, se funden en uno solo, se agitan, se entregan moviéndose con pasión, con deseo, el hambre de sexo los aprieta en un fuerte abrazo. Entrelazados se mueven como uno, sincronizados, con un deseo interior de azotarse, gozarse, amarse... Sinfonía de besos, lengua y saliva recorriendo la piel. Penetración al ritmo del deseo. Sus pechos son dos timbales que requieren de su boca para vibrar. Tu falo, flauta en sus labios que hace explotar. Erótico ritmo de caderas, movimientos continuos, al unísono, melodía que desde las profundidades de sus más primitivos instintos los llena. Una armonía de sonidos ininteligibles, los que sólo son expresados por apasionados amantes. Cuerpos ardientes, con pasión y deseo, bailando con música de amor. Cuando acaban, cuando ya se ha consumado su primer encuentro, se miran a los ojos, intensamente y se hacen mil promesas de pasión, de encuentros escondidos, de volver a bailar al ritmo de la lujuria, al ritmo del corazón…
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